lunes, marzo 19, 2007

En España consideraron “ridículo” a Trujillo

Santo Domingo. Pese a las estrechas relaciones diplomáticas que mantuvo el régimen de Rafael Leonidas Trujillo con España, existen decenas de informes confidenciales en los que los representantes de la nación europea en el país cuestionaban el estilo “ridículo” y represivo de gobernar del tirano dominicano.

Los representantes de los distintos gobiernos españoles que se sucedieron durante el régimen trujillista de 1930 a 1961, rendían reportes en los que criticaban que el militar dominicano ejerciera “la tiranía en nombre del pueblo” para abrir camino a “la servidumbre y la dictadura”.


Ambas naciones mantuvieron una cercana colaboración, tanto en términos políticos como culturales. Sin embargo, durante esa época, el gobierno español pasaba de los más insólitos elogios hasta las más severas críticas contra Trujillo, conforme la situación y el representante que tuviera el país europeo en determinado momento. Así lo muestran los informes oficiales que durante los 31 años de la dictadura remitió la legación española en el país a sus superiores en España.


Los documentos, en su mayoría clasificados como “reservados”, “confidenciales” o “urgentes”, se encuentran contenidos en el libro “Informes Secretos: de Franco a Trujillo”, de la autoría del escritor y político, Ángel Lockward, quien lo pondrá a circular este año.


No obstante el contenido de esos informes, las relaciones diplomáticas entre España y República Dominicana, iniciadas desde medidos del siglo XIX, alcanzaron quizás su clímax durante las dictaduras de Francisco Franco y Rafael Leonidas Trujillo. Ambos dictadores mantenían “una especie de alianza, cimentada sobre presupuestos políticos e ideologías similares como la lucha contra el comunismo y la defensa de las raíces hispánicas y católicas” según lo plantea Francisco Javier Alonso, en su libro “La alianza de dos generalísimos: Relaciones diplomáticas Franco-Trujillo”.


También el historiador y catedrático dominicano, Dantes Ortiz Núñez destaca cómo con la dictadura de Trujillo se fortalecieron aquellas relaciones entre los dos países, sobre todo por la política hispanofilia del dictador dominicano, consistente en la sobrevaloración de España y sus aportes a la cultura dominicana.


“La hispanofilia era la política oficial del Trujillato en conjunto con el catolicismo, que hizo una subvaloración de las otras etnias, al extremo de negar los demás componentes de la cultura como lo eran las raíces africanas”, dice Ortiz Núñez.


Sin embargo, esa exaltación por España no siempre fue, a los ojos de sus representantes, impedimento alguno para cuestionar al dictador.


La España pre franquista
Uno de los primeros informes que recoge el libro de Lockward se refiere a una carta del rey de España, Alfonso XIII donde hace manifiesta su amistad y deseos de mantener y desarrollar buenas relaciones con República Dominicana, otorgándole a Trujillo la “Gran Cruz de la Orden Isabel la Católica”, como señala la carta del 9 de marzo de 1931.


El deseo de mantener buenas relaciones se pone de manifiesto nueva vez cuando España vuelve a concederle a Trujillo “la Banda de Honor de la República”. En su informe del día 14 de julio de 1935 Álvaro de Maldonado, Ministro (representante) de España para entonces, expone el “profundo desagrado por dicha distinción” que tuvo la colonia española en el país, pero la justifica en “la justa reciprocidad a las (distinciones) otorgadas recientemente por este Gobierno (Trujillo), al Excelentísimo Señor Alcalá Zamora”.


Ya para el 1936 el tono de los elogios y las buenas relaciones varió y la legación empieza a cuestionar las aspiraciones de Trujillo por conseguir el premio Nóbel de la Paz.


“El afán inmoderado de añadir nuevos lauros y discernir galardones a la persona de su presidente, lanza al coro de dominicanos que medran a su sombra por los más extraordinarios caminos a la rebusca de aquellos”, expresa el representante español en su misiva. Días más tarde y en ocasión de la discusión de parte del Congreso sobre el proyecto de ley para designar con los nombres de José Trujillo y Julia Molina, padres del dictador, a una avenida y una plaza de la Capital, la legación española envió un informe a su excelencia en el que cuestionaba y califica como ridícula la política estatal.


En el documento, el delegado cuestiona que existan tantas calles y plazas que llevan el nombre de Trujillo y el de sus padres y hermanos, como villas aldeas y poblados existen en el país.


“Esta es una costumbre extendida universalmente y no merecería comentario alguno, a no ser por la exageración evidente con que aquí se practica, llegando a penetrar en zonas del más subido ridículo.”


Cuatro días más tarde, vuelve a remitir a su superior de España otra carta más extensa sobre las características del país y de Trujillo, basada en un informe de la Foreign Policy Association, de los Estados Unidos: “…Viniendo concretamente a la República Dominicana en la cual encuentran su aplicación todas las consideraciones generales que acabo de hacer, vemos como un general, ejerciendo la tiranía en nombre del pueblo, abre el camino a la servidumbre y la dictadura, establece su gobierno sobre el miedo, y con la ayuda de la Policía, la censura y de represiones a veces sangrienta, se mantiene desde hace casi seis años mucho más dueño de la nación que lo fueron nunca las monarquías absolutas de derecho divino”. El delegado cuestiona además como pese a la represión, las leyes se mantienen igual que en cualquier estado democrático, aunque con supresión de los partidos políticos.


El sistema de justicia tampoco escapó a los cuestionamientos de la legación española. Otro informe de Rafael de los Casares y Moya, que para el 1940 fungía como ministro de asuntos exteriores de España, refiere sobre el complot de la familia Estrella contra Trujillo. En el documento Casares y Moya narra la suerte de Rafael Estrella Ureña, a quien define como “político de grandes ambiciones y pocos escrúpulos” en los primeros diez años de la Dictadura. Casares detalla como de cómplice del Jefe para derrocar a Horacio Vásquez en 1930, y luego de servir a Trujillo, Estrella pasó a ser encarcelado junto a su familia y colaboradores, como presuntos culpables de diferentes crímenes y delitos.


“El más grave cargo que contra los reos se esgrime es la inculpación que del repugnante asesinato cometido en 1930 en la persona del señor Virgilio Martínez Reyna, conocido político partidario del presidente que derrocaron Trujillo y Estrella Ureña, y de su esposa que se encontraba en avanzado estado de gravidez”. El delegado expresa como “una extremada significación” que a diez años del asesinato y del mandato trujillista, nunca encontró la justicia dominicana la más leve pista de los autores y que, cuando los Estrella provocan el enojo de Trujillo, en apenas 24 horas se dieran a conocer los más leves detalles de ese caso.


Informe
“Uno de los aspectos más notables del régimen impuesto por el presidente Trujillo, es la afición desmedida a verificar alteraciones en la epigrafía callejera y aún de ciudades y provincias enteras, como lo que prueba el reciente cambio de nombre de la capital de la República”, dice el informe enviado por Fernando Careaga, encargado de negocios de España en el país, el 4 de mayo de 1936.

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